Estudiantes de calidad
Nunca me imaginé que estudiaría mi carrera en un sistema abierto. Recuerdo que cuando leí mi carta de asignación estaba asustada y un poco decepcionada. Después de haber estudiado toda mi vida en modalidades presenciales, me preguntaba cómo iba a desenvolverme en un ambiente tan diferente al que estaba acostumbrada. Por fortuna los seres humanos somos adaptables (o al menos la mayoría).
Mi primer semestre fue una montaña
rusa. Estaba completamente alucinada por todo lo que estaba aprendiendo. Aristóteles,
Platón, Hobbes y Maquiavelo fueron los culpables de mis primeras crisis
existenciales, me rompió el corazón entender cómo funciona este entramado de la
vida política y social. Aunque creo que la más afectada por esto fue mi
familia, pues todos los días me escuchaban como una maniática explicándoles sobre
la mentira de la libertad y la simulación de la democracia.
Pero al mismo tiempo que estaba
absorta en todas esas teorías me sentía muy fuera de lugar. La mayoría de mis
compañeros y compañeras eran al menos 10 años mayores que yo, algunos incluso ya
con carreras. Mi rutina cambió por completo; entre semana me dedicaba únicamente
a la tarea y extrañaba esa convivencia diaria con mis amigos y amigas.
Varias veces me llegué a plantear
abandonar el sistema y tratar de incorporarme al escolarizado, sin embargo,
cada semestre iba descubriendo las ventajas y virtudes en el SUA. Primeramente,
destacaría la riqueza y diversidad de la comunidad estudiantil – aunque al principio
me conflictuaba mucho-; en el SUA los estudiantes ya tienen una carrera, ya
tienen experiencia laboral o desempeñan actividades tan interesantes que les
serían difícil llevarlas a cabo ante un sistema por completo presencial.
Por otro lado, el sistema puede
ser igual o hasta más demandante que el escolarizado, y es algo que he vivido
en carne propia. La universidad abierta te obliga a ser responsable y
autodidacta. Los profesores son muy diferentes, de hecho en este sistema son
considerados tutores. El interés que le tengas a tu carrera recae en ti y sólo
en ti.
Pero no todo es perfecto, el sistema aún tiene
deficiencias y cierta culpabilidad recae en nosotros como alumnos. No existe el
estudiante perfecto, es verdad, pero podemos intentarlo; pequeñas acciones como
llegar temprano a las asesorías, leer el material que nos es recomendado y
esforzarnos por entregar buenos trabajos podrían cambiar tanto de la concepción
exterior que existe sobre el sistema de educación abierta, como de la
concepción que tenemos de nosotros mismos como estudiantes.
Ha sido un largo proceso para
asimilarlo, pero ahora me parece muy claro: los estudiantes del SUA no son de
segunda, el SUA es para personas realmente comprometidas con su carrera, de lo
contrario, no sobreviven. Y eso me consta.
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