Ir al contenido principal

La mentira del Capitalismo sostenible

El reloj se acerca cada vez más a medianoche. Estamos dejando de usar bolsas de plástico, pero ya es tarde. Hemos sustituido los popotes de plástico, pero ya es tarde. Empezamos a tener una conciencia sobre la industria cárnica, pero ya es tarde. Cada que el segundero avanza amenaza la existencia del hombre, y de la vida como la conocemos.
Las reformas y políticas públicas parecen ser insuficientes para el combate contra el cambio climático. ¿De qué sirve que nos insten a cambiar nuestras conductas de consumo, cuando las grandes empresas -quienes tienen la mayor culpa aquí- no cambian sus modos de producción?
Greta Thumberg saltó a la fama con sus “Fridays for Future”. Esta niña sueca de tan sólo 17 años ha sido un foco constante de críticas. En septiembre de 2019, luego de que Greta diera un discurso en la Cumbre contra el Cambio Climático en la ONU, inició una campaña de desaprobación en su contra, muchos medios denunciaron los lazos que mantiene con personas como Al Gore y Ingmar Rentzhog.
Al final todo se convirtió en un dimes y diretes entre políticos y empresarios que tratan de poner en la agenda una clase de “capitalismo verde” contra los negacionistas del cambio climático.
Lo que no puede negarse es el incremento de incendios que se han presentado a lo largo del planeta: Brasil, África central, California y el más reciente, Australia. Mientras los políticos debaten sobre la autenticidad de los datos científicos, millones de animales fueron calcinados, miles de familias han perdido su vivienda y cientos de personas han muerto.
Ellos no tienen ningún interés por nuestro planeta ni por lo que nos pase a nosotros. Les beneficia, de hecho. Un reporte de Vice señaló que los rusos no tenían idea de lo que estaba pasando pero que disfrutaban del clima desde que se ha vuelto más cálido. 
Resulta extraño que al poco tiempo de que Trump llegara a la Casa Blanca decidiera desistir del Pacto de París –que regula las emisiones de efecto invernadero en los países miembros- y que existieran especulaciones sobre la injerencia a su favor de hackers rusos.
Pero lo cierto es que no somos tan diferentes a ellos. También a nosotros nos asusta que toquen nuestros privilegios ­(los pocos que podríamos llegar a tener) y nos negamos a cambiar. 
Nietzsche decía que el momento en el que el hombre inventó en conocimiento fue el minuto más soberbio y más falaz de la Historia Universal, pero al final fue tan sólo un minuto. Hoy sólo quedan 100 segundos antes de que el reloj marque las doce.
 Por Natalia Montalván

Comentarios